martes, 1 de enero de 2013

La historia de María M.

El siguiente relato y sus fotografías pertenece en exclusiva a su autora y ha sido cedido voluntariamente para ser publicado en este blog (reproducción literal del texto original).
Por favor, deja un comentario a María en agradecimiento por haber compartido su historia con nosotras. 
Queda prohibida toda copia y reproducción.


DOS REGALOS PARA TODA LA VIDA




Hace tiempo que llevo pensando que debo plasmar los dos momentos más importantes de mi vida. No quiero que pasen 30 años y los confunda, olvidando aquellos detalles que los hicieron tan especiales o simplemente se me borren del cajón de sastre. Quiero que las dos protagonistas de mis historias sepan como fue su llegada.
Es increíble como el mismo acto puede crear dos sentimientos tan diferentes...

El primero, 24 de abril de 2007, 38 semanas de embarazo y mi princesita seguía sentada sin intención de darse la vuelta, o si, quien sabe,quizás es que no había llegado su momento, quizás tampoco el mío. Una piensa que 9 meses son suficientes para prepararse para ese gran momento pero mi cuerpo no había dado la señal, no había comenzado su trabajo, EL TRABAJO. Todo aquello de lo que te hablan, y lees durante el el embarazo, aquellas señales que van a avisar de que ella ya está preparada, tapón, contracciones, oxitocina... no llegó. Una cita con el ginecólogo para el día siguiente, una noche sin dormir, por nervios , no por ilusión, son los nervios de una operación con todo lo ello conlleva, una operación a la que se someten las dos, no son nervios de ilusión porque llega el momento, esos nervios por los que te da igual porque tengas que pasar para llegar al final, a tenerla entre tus brazos.

Llegó el momento, frió y aterrador en que te meten en un ascensor con desconocidos, NADIE, puede acompañarte en ese momento, estas sola tu y ella entre batas verdes, máquinas, cerrando los ojos para intentar , ya intentando ejercer tu nuevo papel, protegerla, tranquilizarla y darle la bien venida aunque sea sentida por tu respiración, nada más puedes hacer que cerrar los ojos y comunicar, TODO VA BIEN, TODO IRA BIEN...
Fue justo minutos antes de que todo empezara que apareció Laura, agarró mi mano y se sentó a mi lado, el otro lado de la sabana, donde yo estaba sola.
- “quedan pocos minutos para que veas a tu nena, todo va bien, que ilusión, están acabando...”


Eternamente agradecida. Una mano, amiga, una voz tranquila que nos ayudó en ese momento que de otra manera no querría recordar. Borro los ruidos, las voces y las sensaciones de ese momento.


Cuando todo acabó, la cogió (de no ser por ella se la habrían llevado de la habitación “ A VESTIRLA y LIMPIARLA” y me acerco a la cara para que pudiera rozarla con mis labios, olerla y ver esos ojitos que aún hoy veo y me emociono.
UNA VEZ MAS, GRACIAS LAURA.
Una vez todo hubo terminado, ya en mi habitación, fuera ropas de las dos y contacto piel con piel para que mi nena y yo pudiéramos disfrutar de nuestros primeros momentos juntas. Gracias a papá que estuvo allí para ponerte a la teta y cambiarte , cogerte y mimarte porque yo después de una operación poco podía hacer.


Siempre pensaré si aquello pudo influir en ti en algún sentido, estabas dentro de mi calentita, protegida y sin previo aviso te sacan de tu entorno...siempre me quedará la duda y así como me quedará la duda de saber si te habrías dado la vuelta en el tiempo que quedaba o si simplemente podríamos haberlo hecho así. Pero como todo pasó así, así lo aceptamos y así lo recordamos.
Sobra decir que fue el momento más intenso, emocionante y bonito de mi vida el verte, y sentirte, atrás queda el cómo cuando veo el porqué.

PARA ANA: 22 de junio de 2011.
4 años después la historia se repite, vuelvo a tomar conciencia de que hay que pasar por todo aquello, Dios quiera (Dios o quien esté conmigo, jeje) que sea nuestro momento, que lo busquemos y lo consigamos solas, con la ayuda de una mano amiga, la de papa que no pudo estar la otra vez. Esta vez sí, me informo , me preparo, me mentalizo de que todo irá bien, será un parto, será natural, a pesar de TODAS las malas vibraciones que nos hacen llegar por tener una cesárea previa, las palabras “Rotura de útero, monitorización continua, cesárea..” flotan sobre mi cabeza amenazando presentarse en nuestro momento, pero esta vez no, está vez será diferente.


Llega la semana 40 y todo está listo, yo estoy lista y sólo falta que tu lo estés para que comience todo, cada día que me despertaba pensaba “ Está de tu mano enana, cuando tu quieras, te estaré esperando”. Música, aroma terapia, puntos de shiatsu, pelota inflada, velas en el baño, manta de calor, aceites....todo preparado para el momento, nuestro momento.


Después de cenar del día que me cumplo comienzan las contracciones, Dios mio que ilusión, una contracción..no sabía lo que era esto, lo controlo perfectamente, respiro, y para ti visualizando en positivo, todo va bien, todo irá bien. Aviso a papá de que el momento ha llegado, Avisa a Nati para que venga a buscar a Lucía, llama a mi madre para que me encienda una velita, Dios que emoción antes de mañana ya estarás aquí. Papá nervioso (no lo reconocerá nunca, jaja) dos, tres horas y decido meterme en la ducha, porque me duelen, y ....NOoo
Las contracciones paran, no queda ni una , que he hecho, porque me habré duchado, lo he parado yo? Mientras lo pienso me quedo dormida pensando que volverán y cuando me doy cuenta ya es de día. Tu te mueves como si nada hubiera pasado y efectivamente es que nada ha pasado. Llamo a Laura y me tranquiliza diciéndome:
- no te preocupes, no es trabajo en vano, seguro que ya has dilatado algo, eso es trabajo que ya tiene echo tu cuerpo, seguro que luego todo ira más rápido, ya has recorrido una parte del camino, tranquila, vida normal, ya volverá...
Pues nada a la playa y a esperar.
La segunda noche me despierto a las 3 de la mañana con contracciones, ...uy duele..., respiro, me pongo mi aroma de lavanda, mi paño caliente, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHh el tapón mucoso, que ilusión, nunca pensé que un coagulo de sangre pudiera hacerme tanta ilusión...


Juandi ahora sí, eso significa que el trabajo del parto ha comenzado y mi cuello del útero comienza a abrirse...pero no lleves a Lucía a casa de los gallegos hasta que esto no sea insoportable.
A las 6h de la mañana me meto en la ducha, y...chof...otra vez se paran...No me lo puedo creer, otra vez...Recuerdo las palabras de Laura que me dijo “Aprovecha los descanso que te da tu cuerpo porque lo vas a necesitar”.. así que me duermo.
Esta vez las contracciones no se van del todo durante el día, son sueltas y algo dolorosas pero ni mucho menos insoportables, yo intento no pensar mucho y hacer vida normal, no quiero ni nombrarlo mucho pero vuelven mis miedos a la cabeza “será que no puedo dar a luz? Tendrá q ver algo mi cesárea anterior?....no pienses.


Tercera noche:
Vuelven, y esta vez con más fuerza, me meto en la ducha y me relajo, se suaviza pero no paran, al revés cuando salgo de la ducha son todavía más fuertes, meto la cabeza debajo de la almohada para que Lucía no se despierte, como me vea respirando así se asustará, no despierto a Juandi, pobrecito, a lo bobo lleva ya dos noches casi sin dormir.
Ana esto es entre tu y yo, me subo en la pelota, respiro, pongo música y canto, aroma, de lavanda, shiatsu...despierto a papá para ir al hospital esto no para y algunas son cada 3, 5 minutos, de repente cada 10, llamo a Laura y me dice:
- vé si te quedas tranquila, como mucho te mandarán a casa.
Vamos palla, llego y....
- no mi niña no has dilatado nada....
- pero si me duelen y no paran....
- te puedes pegar así 10 días, tu no estás de parto...


Dios mio nunca pensé que pudiera sentarme tan mal esas palabras, llevo 3 días con contracciones, casi sin dormir, que estoy haciendo mal, ni 1 cm,...
Fue tal el bajón que hasta deje de sentir las contracciones, no deje de tenerlas pero me olvide de ellas, me fui a dormir aunque lo que quería era llorar.
Ya las contracciones no pararon, pasó el día y la noche siguiente, sigo con mi protocolo de duchas, velitas, música, lavanda, ya más cauta, sin demasiadas expectativas, la cabeza debajo de la almohada, sin despertar a papá.
Llama Laura y dice que se pasará por casa, debo estar bloqueada. Aguanto hasta las 11h y ya no puedo más, las contracciones siguen sin ser exactamente cada 5 minutos, alguna se espacia más otras menos, maldito termo de 20 litros necesito más agua es donde mejor estoy debajo de un chorro de agua caliente cayendo por mi espalda y respirando todo lo fuerte que quiera sin nadie me oiga, sin que nadie me vea.
Pienso en el hospital, algo habré dilatado, allí agua caliente para aburrir, necesito que todo comience. Y yo que pensaba que no iba a querer ir al hospital...necesito que todo empiece ya.


Llegamos a eso de las 12h, me dicen que tengo dilatado 1cm......
No es posible, ahora si que me bloqueo, empiezo a llorar, que impotencia, no puedo hacer nada, nada me ha servido, me vuelvo negativa...
Juandi intenta tranquilizarme , habla conmigo pero no escucho, parece que nadie me entiende...
- A donde vamos me pregunta?
- No sé. Sólo camino por el parking del hospital esperando a que algo ocurra, no sé que, pero quiero que algo ocurra, estoy bloqueada, no quiero ir a mi casa, no quiero hospital, no quiero ir al coche...necesito que alguien piense por mi.
En ese momento aparece Laura y me sube al coche..
- Que pasa? Estas bloqueada, no estás dejando dejando que esto avance, dejate llevar, que quieres?
Tras 10 min de conversación me organiza el ingreso en el hospital porque yo no quiero volver a casa.
Parece que cambiar de aires me sienta bien, largas duchas relajantes (aquí el agua no se acaba), la novelería...pero dura poco, las contracciones son fuertes aunque irregulares, yo estoy muy cansada. Cada vez me invade más fuerte la idea que no voy a ser capaz, cada vez que me bajan a urgencias me exploran entrando hasta lo mas profundo de mi ser me vengo mas abajo.


Es la una de la mañana cuando me derrumbo, miro a Juan Diego y le suplico que haga algo.
- Que puedo hacer?no puedo hacer nada..
Esas palabras retumban en mi cabeza como piedras cayendo al vacío...
Bajamos a urgencias y ahora si fuera de mis casillas suplico a la ginecóloga de guardia que me haga algo, un cesárea. lo que sea...(nunca pensé que fuera a decir esto) sólo pienso en acostarme con Lucía a leer un cuento...no quiero estar aquí...quiero que esto acabe...
Todo está bien, la niña está bien, tu estás bien y una cesárea es una operación peligrosa que no puede hacerse por antojo.
Deciden ponerme una dolantina, no sé que es pero si me va a aliviar...
Quedo tres horas en un estado de semi-inconciencia extraña en que escucho todo lo que pasa a mi alrededor pero no puedo moverme, es como si mi cuerpo durmiera pero mi cabeza no, que extraño, siento las contracciones pero me relajo y las soporto.
Pasadas las tres horas, me mandan a la habitación y las contracciones vuelven igual que antes, papá decide ir a darse una ducha, ya que no ha dormido nada en toda la noche, viene mi madre. Yo inmersa en mi dolor, concentrada en respirar y presa ya del agotamiento, abro un ojo y veo como mi madre se seca las lagrimas de los ojos, es en ese momento que abandono, tiro la toalla y hablo para pedir que me lleven a otra clínica para que me hagan una cesárea. Ver así a mi madre me hace pensar que hasta aquí he llegado, son ya 4 días, y 5 noches y yo no valgo para dar a luz...


Decido darme una última ducha antes de pedir el alta y mientras me cae el agua caliente en la espalda empiezo a sentir ganas de ir al baño, de empujar. No es posible pienso, con 1 cm dilatada no puedo tener ganas de empujar. Se lo digo a mi madre y volvemos a bajar a explorarme. Dios mío, no puedo aguantar que me vayan a volver a hurgar una vez más.
Me toca una médico muy agradable que me dice:
- 4 cm, ni niña ahora si estás de parto, vamos para paritorio.

No me lo puedo creer, pensé que este momento no llegaría nunca....EPIDURAL es lo primero que pienso cuando voy camino del paritorio, se acabó.
Una vez dentro la matrona se me presenta y yo sólo pienso “EPIDURAL”, ella muy tranquila me dice desde que acabe el suero llamamos al anestesista.
No sé porqué siento la necesidad de dar explicaciones:
- Yo no quería anestesia, yo quería un parto natural, de pie, bailando, cantando, pero ahora...
- Ahora, me dice, respira como estás haciendo que lo estas haciendo muy bien y cuando acabe el suero volvemos a hablar....
Siento muchas ganas de empujar y así me dejo llevar con cada contracción, vuelvo a ese momento inicial en que tenía los ojos cerrados, concentrada y ahora sí, tranquila y pensando en ti.
Llegado el momento me explora y me dice:
- ya son ocho centímetros, lo estás haciendo muy bien, esto va a acabar pronto, si quieres anestesia tengo que romperte la bolsa para monitorizar a la niña en la cabeza.


NO, eso no, ahora que vuelvo a tener la cabeza sobre los hombros vuelvo a pensar en ti, en que todo fluya como tiene que fluir, ya papá ha llegado me sujeta la mano y me sonríe cuando abro los ojos. De la otra mano Marta, también lanzando mensajes positivos.
Ana, tú y yo, ahora es cosa nuestra, todo va evolucionando a la perfección, así sí me lo había imaginado.
Ahora son contracciones, una detrás de otra (bastante espaciadas, lo justo para descansar ente una y otra), empujando, respirando, todos los sentidos puestos en lo que estamos, no hay nada que pueda pararnos ahora.
Todo lo que recuerdo a partir de ese momento es como un sueño, hasta que te sentí sobre mi. Cuando menos me lo esperaba estabas acostada sobre mi barriga desnuda, tan suave, tan calentita...oírte llorar, sentirte respirar, es cierto que es difícil de expresar. Entre rizas y sollozos no sé si de emoción, de alivio, de alegría, vuelvo a abrir lo ojos para verte y pienso:


“Todo ha valido la pena con tal de sentir este momento. “


Cinco días grabados a fuego sobre mi memoria y aunque pueda parecer lo contrario no cambiaría nada y volvería a vivir esos momentos un millón de veces. No cambiaría nada porque así fue como vino y así fue como lo vivimos, así se queda en nuestra memoria y de todo ello lo mas importante ,viniste sana sin sufrir, tus latidos fueron perfectos durante esos días siempre estuviste tranquila porque sabías que todo iría bien.


Espero que esto sirva para que quién lo lea se emocione conmigo, para que quién haya pasado por una cesárea anterior sepa que es posible, para que mi marido sepa que su mano fue mi equilibrio, para que mis hijas sepan que su llegada fueron los momentos más increíbles de mi vida.
Gracias a Laura por el apoyo en ambos nacimientos y postpartos, a mi madre por estar ahí en todos los momentos de mi vida, a Yoya por haberme dejado pensar cuando no podía pensar y a mis niñas por ser lo mejor que me ha pasado en la vida.
Y por supuesto a mi jd porque no lo podías haber hecho mejor en ambos casos, tq.


Gracias, María, por ceder y compartir con nosotras algo tan tuyo. Un abrazo.


 
Nota: Éste no es un blog médico, sino informativo. Contrasta siempre toda la información y consulta a varios especialistas. Si te llevas este artículo, por favor, enlázame.

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