"El padre es tan importante para la fecundación, gestación, parto y crianza como la madre. Tiene un rol distinto y no por eso menos importante. Hay que recordarlo y valorarlo siempre."
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Bien, pues ese "TAN", hace que me parezca LAMENTABLE, FALSA Y MENOSPRECIANTE esa afirmación.
Es más, ¡estoy que echo humo! Y no se qué opinareis el resto, pero yo necesito lanzar una lanza enorme a favor de todas las mamíferas mujeres poderosas del mundo porque a mi juicio, merecen con honores el primer puesto, el oro, el reconocimiento. Y [algunos] padres, como más abajo explicaré, tienen una excelente plata o segundo puesto si lo han merecido, pero jamás el empate en lo que refiere al embarazo y el parto.
Edito: Antes de argumentar mi 'enfado', quiero dejar bien claro que no desprecio a los maridos, al menos no a los buenos (como el mío), jeje. También creo que ellos dejan 'su huella' en el bebé, y que son realmente importantes en todos los procesos, pero este escrito viene a decir, resumiendo, que no son igual que las madres en la gestación, el parto y la lactancia, en cuyos casos, su nada menospreciable tarea es de soporte y secundaria, pero no por poca importancia, sino por la magnificencia que significa el embarazo, el parto y la LM. Dicho esto, ahí voy:
Lamentable, porque me da la sensación de que se banaliza tanto el significado de 'igualdad' que perdemos el oremus, sinceramente. Y lo que es peor, que estamos tan acostumbradas a que nos ninguneen como mujeres, a que nos desmerezcan y al aparentemente imprescindible 'protectorado patriarcal' que parece (o no) que nos ha absorbido el seso, que por difícil que resulte, somos nosotras las que seguimos relegando socialmente nuestro sexo a un segundo lugar cual beatas, para seguir idolatrando y protegiendo de forma inconsciente al 'sexo fuerte' (mentira), al macho, aun cuando casi todo el mérito haya sido nuestro: ¡BASTA YA!!!
Falsa, me parece falsa hasta la ofensa esa afirmación. Porque desmerece por completo el esfuerzo tan increíble que hace el cuerpo de la mujer con la TRANSFORMACIÓN que le hace la gestación. Nuestro cuerpo es una bomba hormonal andante para no rechazar a ese bebé que crece en nuestro interior, nuestro corazón ha de bombear casi dos litros más de sangre, nuestros órganos han de desplazarse, cambiamos hábitos alimenticios, dejamos vicios insalubres, vigilamos nuestras actividades y nos desvivimos por ese cuerpecito que crece en nuestro interior, valorándolo incluso por encima de nuestra vida. Analíticas, tactos, pruebas... Quilos, estrías, ciáticas, estreñimiento, dolores, edemas, desmayos, vómitos, ardores... ¿De verdad el papá hace el mismo esfuerzo que la madre? ¿De verdad es tan importante el padre en esos meses para ese bebé que crece en nuestro útero, como la madre que lo está gestando?
Menospreciante, menosprecia algo tan grande que es insultante. Porque hasta que parí no lo supe, pero una mujer conectada en su parto, es una leona, una osa salvaje, una pantera... Es TAN poderosa, es tal el cambio que es capaz de realizar, es tanta la fuerza, tanto el desgaste, ¡¡¡TAN GRANDE LO QUE HACE!!! Que escuchar que el padre ha sido igual de importante me insulta como mujer, insulta a todas las mujeres del mundo. ¿Y la que ha sido operada mediante cesárea? Su piel, su grasa, su músculo, su útero, ¡han sido cortados y cosidos para traer una vida al mundo! ¡Y se volvería a dejar hacer lo mismo! Comparar, en el mejor de los casos, hacer un masaje a la madre, ofrecerle un vaso de agua o agarrarle la mano en el momento del parto, con PARIR O SER OPERADA, insulta. Incluso Michel Odent es del parecer de que la mayoría de los padres sobran en el parto. Y es que una mujer que está de parto, lo unico que necesita para bien parir es conectarse con su cerebro más primitivo (que es capaz de ignorar todo lo aprendido por el neocortex), centrarse en su bebé y en su útero, y concentrarse en su trabajo de parto... Y en cualquier caso, la que pare, que es la mujer, es quien ha de decidir si quiere y/o necesita compañía o no.
Porque cuando pedimos igualdad pedimos mismos sueldos, mismas oportunidades, mismos derechos, mismos méritos ante mismas hazañas. Pero ¿igualdad entre dos cuerpos biológicamente distintos? ¿Por qué nos empeñamos en buscarle los tres pies al gato? ¿Acaso no existen un sinnúmero de 'igualdades' a salvar, que tenemos que meternos con lo único que es sólo nuestro y así ha sido desde el inicio de los tiempos? Eso no es igualdad, es ir contra natura!
Esto de la 'igualdad' se parece cada vez más a la 'conciliación familiar-laboral', que quienes la reclamamos pedimos poder ganarnos la vida Y ADEMÁS criar a nuestros hijos y pasar tiempo con ellos, y hay quien lo entiende como 'más horas de guardería y menos baja maternal' para casi parir (como el que descorcha una botella de champán) y ala, a producir, que es lo único que [les] importa. De verdad... ¿hasta dónde vamos a llegar?
La fecundación:
Aunque existan métodos alternativos actualmente, entiendo al padre como parte imprescindible en la fecundación. Se puede prescindir de él, ciertamente, pero esto daría para iniciar otro debate que no es el que ocupa ahora mismo.
La gestación:
Soy consciente de que algunos hombres darían su vida por poder gestar como nosotras. Se, y afirmo, que la pareja es importantísima en todo el proceso. Que no es un mero 'portador de esperma' que fecunda a la mujer y ahí finaliza su trabajo (aunque lamentablemente, suceda así en muchos casos). No, la pareja es muy importante, es necesaria, y de ella dependen muchas cosas. Como personas diferentes que somos, tenemos funciones y roles diferentes en este asunto. La madre gesta, el padre puede propiciar que la gestación sea buena, y de esa pareja puede depender el estado emocional de la madre. La madre, sobre todo la primeriza, que no entiende bien qué le esta pasando y que vive un montón de nuevas experiencias abrumadoras, necesita su punto de apoyo, necesita sentir que el mundo no se ha dado la vuelta. Necesita que la cuiden, cuando un embarazo delicado así lo requiere. Y además de todos los hábitos saludables, para la buena formación del bebé, la madre ha de sentirse bien. Ser feliz. Y el padre puede ser el que marque la diferencia entre una depresión pre parto y un embarazo saludable. Podría decir que la pareja es imprescindible, si no fuese porque sin ella, la madre es capaz de llevar la gestación adelante completamente sola y dar como resultado un bebé completamente saludable y sin ningún tipo de carencia, al menos todavía.
El parto:
El parto es nuestro. Ni más, ni menos. Ya nos lo han robado durante demasiadas décadas y ahora que NOSOTRAS estamos consiguiendo recuperarlo (si, con muchos hombres de nuestro lado... que la mayoría han sido 'arrastrados' por mujeres), no pienso cederlo de un hombre (el ginecólogo que nos quería postradas) a otro hombre, aunque sea al padre que cumple con su 'deber' como pareja. Cada uno en lo nuestro, nosotras parimos y aunque ellos puedan 'sufrir' emocionalmente, nosotras sumamos a ese posible sufrimiento el tremendo esfuerzo de dar a luz. Es que no veo comparación posible. Ya comentaba antes que incluso Michel Odent es del parecer que muchos hombres sobran en el parto, que de hecho, ni tendrían que estar presentes para no interferir en la mujer y su labor. Yo a tanto no llego, pero si entiendo que es la mujer quien decide si quiere compañía o no, puesto que es la que pare. Aunque el hijo sea de los dos, la que pare es solo ella. En un parto planeado, por ejemplo en casa, el padre puede ser partícipe del proceso: ofrecer bebidas a la madre, ofrecer apoyo emocional (valiosísimo), apoyo físico, hacer incluso de doula de su propia mujer... pero en todos los casos, es un papel que favorece a la madre, que puede mejorar la situación, pero de nuevo vuelve a ser prescindible y secundario. La mujer puede parir (y lo hará, si ha llegado el momento), completamente sola.
La crianza:
Entiendo la crianza como un camino a andar juntos, donde han de consensuarse decisiones y equilibrar el papel de ambos. La crianza es una cosa de dos, siempre que sea posible.
En la crianza entra la lactancia materna, que merece un inciso, donde el padre tiene un papel muy importante. Y no es el de darle biberones para sentirse igual que la madre, sino sostener a esa madre y favorecer que pueda darle el pecho, puesto que es lo mejor para su hijo, e involucrarse en todas las demás tareas para con el bebé, como bañarlo, dormirlo, acunarlo, vestirlo, cambiarlo... Y con respecto a la madre, que se encargará de alimentarlo de noche y de día, favorecer que pueda descansar descargándola de otras tareas. Pero a pesar de que el papel del padre vuelve a ser muy importante aquí, ¡cuántas madres he visto lactar A PESAR de sus parejas, emperrados en que dejen la teta y se pasen al biberón!
Valoro muchísimo a los hombres, como hombres, como parejas, como padres. Los necesitamos, ninguno de los procesos que pasamos para ser padres son en principio procesos para hacerlos en soledad. Pero tenemos roles y funciones diferentes en el embarazo y el parto, y en estos tres casos (gestación, parto y lactancia), el de la madre es el principal y el del padre el secundario. Los hombres (o parejas) resultan imprescindibles como tal. Tenemos funciones diferentes, que en la crianza se deben igualar, pero pretender igualarlas en el embarazo o el parto... No los reconozco como úteros gestadores ni como parturientos que no son. Los reconozco como padres, como acompañantes, como maridos y como educadores. Y a muchos les doy un diez, incluído el mío, pero no puedo igualarlos con la mujer en el embarazo y el parto, lo siento pero no...
Ole por todos los padres presentes e involucrados, que tanta tanta falta hacían. Por esos padres que se desviven por las barrigas de sus mujeres, que sienten en su alma las contracciones de su compañera, que darían un brazo por parir y amamantar, que se emocionan con sus bebés, que se sienten vinculados y se involucran con su familia, como debería haber sido siempre. Gracias, porque además de que os necesitábamos, os estabais perdiendo algo maravilloso, como habeis podido comprobar.
Pero no pienso regalarles a ninguno el mérito de gestar ni de parir a un bebé, por muy de los dos que sea el hijo.
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