Por favor, deja un comentario a Raquel en agradecimiento por haber compartido su historia con nosotras.
Queda prohibida toda copia y reproducción.
NACIMIENTO DE AMANDA
Desde la semana 37, cada noche me acostaba pensando ¿será esta noche? Y aunque permanecía muy atenta a las señales que pudiera enviarme mi cuerpo, ningún cambio parecía presagiar la llegada del gran acontecimiento.
La tarde de aquel sábado recuerdo haber comentado con victor que la niña estaba situada más en le centro ( siempre la había notado más por la parte de la derecha), tal vez eso es que se ha encajado, pensé, sabiendo que eso no es síntoma de parto inminente, si una señal de que ya queda menos.
Me sentía contenta y optimista, sin ningún tipo de miedo al parto y mucho menos al dolor. Sabía que sería capaz de llevarlo. Quería sentir lo que pasaba en mi cuerpo, sentir como se abría, observar a la sabia naturaleza actuando en mis propias carnes como hizo tantas veces antes, para dar paso a una nueva vida , la de mi hija.
Por eso, cuando aquella noche, al ir al baño tras notar cierta humedad en mis braguitas y ver que lo que allí había no era un líquido claro sino una mancha abundante de sangre se me vino el mundo abajo. La historia me resultaba familiar, ya había ocurrido cuando nació Martín, y en mi cabeza los acontecimientos se sucedieron: ya no habría tiempo para llevar al niño con los abuelos con calma, no habría música ni la relajación que me había preparado, no disfrutaría del proceso, sino que llegaría al hospital, me pondrían la epidural y me sacarían a la niña sin que yo tuviera nada que ver en ello, eso teniendo suerte de que no me hicieran cesarea.
Eso fue lo que pensé. Reconozco que no sufrí por la niña porque la sentía moverse y sabía que estaba bien, y además me di cuenta del sangrado mucho más rápido que cuando nació Martín, sabía, por mi experiencia anterior que me daría tiempo a llegar al hospital y ser atendida.
Así que había que salir de forma inmediata para el hospital . “Sangrado abundante”, sabía de memoria las razones por las cuales debía acudir al hospital y esa era una de ellas. Había centrado mis esperanzas en llegar a término, y así tener un parto normal, y aunque era consciente de que otras cosas podían ocurrir la verdad es que no me lo esperaba, había soñado tanto con el parto, había puesto tanta ilusión, que la verdad es que no estaba preparada para que las cosas se torcieran, y menos aún para repetir la experiencia anterior.
En el coche camino del hospital trataba de recuperar el ánimo, mi princesa iba a nacer en muy pocas horas, por fin la conocería, tal vez el parto no fuera como yo deseaba, pero iba a salir todo bien.
Cuando llegué al hospital estaba profundamente desanimada, a pesar de mis esfuerzos por recomponerme. Les explique el caso y como fue el nacimiento de mi hijo Martín. Me pusieron monitores y me hicieron una ecografía vaginal.
Mientras estaba en observación con los monitores (tuve que estar un ratito) una matrona se dio cuenta de que estaba decaída y me animo a expresarle mis preocupaciones. Ella intentó en todo momento mostrarse amable y comprensiva y decidí confiarme a ella. Le expliqué que había deseado un parto natural, que en mi anterior parto me sacaron al niño sin que yo participara, sin que yo sintiera nada, que había hecho un plan de parto (que no pude llevar) y que no quería epidural , que quería que el parto fuese lo menos intervenido posible. Ella contestó que a veces las cosa no salen como queremos, que hay situaciones más delicadas que requieren un tratamiento especial. Yo esto lo entendía y así se lo dije, pero en el fondo de mi pensaba que dentro de esto todavía tenía un margen (quizá pequeño) de posibilidades de decisión, en función de cómo se fueran desarrollando las cosas.
En observación estuve al menos media hora o 40 minutos. Al parecer el sangrado no provenía de la placenta, sino de otra parte de la bolsa llamada amnios, no parecía un desprendimiento muy grande. Tenía contracciones, aunque yo todavía no las sentía y había comenzado la dilatación, así que me pasaron al paritorio.
Una vez allí me volvieron a conectar los monitores, pregunte si era necesario estar conectada a la maquina todo el tiempo y dijeron que así era. El margen que me daban los cables para moverme era escasamente un metro, pero me resigne y decidí concentrarme en el parto.
Al poco rato aparecieron para decirme que iban a romperme la bolsa. Yo pedía explicaciones para todo, sobre todo quería sentirme partícipe del proceso, no dejarme hacer sin más. Me dieron dos razones que más o menos me convencieron, por un lado decían que al romper la bolsa bajaría el bebe y eso facilitaría la dilatación, además de frenar la hemorragia. Las aguas las habían visto al trasluz cuando me hicieron la exploración y la ecografía y no parecían estar turbias, sino claras.
Poco a poco comencé a sentir las contracciones, yo intentaba dejarme llevar, no resistirme a ellas, sino dejarlas atravesar mi cuerpo, como si fueran olas que pasaban por encima de mí. Se iban haciendo más molestas, pero no las describiría como dolorosas, aún no. En cada contracción sentía como mi útero se iba abriendo, visualizaba las imágenes explicativas del proceso de parto, pero no era solo imaginación sino que lo sentía físicamente. Cada vez eran más fuertes y bueno, a pesar de mis escasas posibilidades de movimiento y de los pocos recursos que me quedaban para aguantar el yo intentaba concentrarme en mi tarea y no lo llevaba mal pero…
… apareció una matrona diciéndome que me iban a poner oxitocina y ahí fue cuando se me cayó el alma a los pies ¿por qué? Me dijeron que la dinámica de parto no era buena, ¡pero si llevaba poco mas de una hora en dilatación! ¿Cómo puede no ser buena la dinámica de parto en una hora? Le dije a la matrona que quería hablar con la doctora para que me explicara con claridad la necesidad de la oxitocina, pero antes quería ir al baño.
Me desconectaron para poder ir al baño y al volver me sentía realmente hundida, comenzaron a conectarme el goteo. Si me ponían oxitocina la situación se escapaba completamente de mis manos, el dolor sería insoportable, no tendría más remedio que ponerme la epidural y de nuevo, no sentiría nacer a mi hija. Con todos estos pensamientos me puse a llorar, sintiéndome incapaz, con la oxitocina no podría traer a mi hija al mundo por mis propios medios y eso me hacía sentirme muy mal, además me sentía mal por estar así de triste, en un día que se suponía que tenía que ser de alegría. No quería recibir a mi hija con esa moral. La matrona que me vio (creo que era la misma que me había atendido al principio), me pregunto que me pasaba, porque estaba llorando, yo la mire y no podía responder, aunque finalmente atiné a decir que yo no quería oxitocina y entonces me respondió: claro, venís con unas expectativas y a veces no puede ser…
- ¿Por qué no ha venido la doctora a darme una explicación?
- Ah, ¿no ha venido? (debió venir cuando yo estaba en el baño)
- Ya da igual, si ya me habéis enchufado “eso”
- ¿Quieres que la avise?
- Sí, que venga
Pero el daño ya estaba hecho. Cuando vino la doctora me explico que tenían que ponérmela para que el parto fuese mas rápido, ¡Yo no tengo ninguna prisa!, le dije, que la dinámica de parto no era buena y bla bla bla. Ya no me convenció, tenía que haber venido antes, tenía que haberme dado alguna alternativa, ahora ya no había más que hacer, supongo que la hice venir para que al menos diera la cara, de repente me salió la mala leche.
Así, decidí esperar un poco para pedir la epidural, me ofrecieron el oxido nitroso y lo acepte. En cada contracción me arrimaba la mascarilla y aspiraba lo más fuerte que podía hasta quedarme atontada. Me movía en mi medio metro cuadrado como si estuviera bailando, me sentía molesta, no sabía cómo ponerme. Habían pasado tal vez 10 o 15 minutos, no sé que me dijeron, yo dije que quería ir al baño, que tenía ganas de hacer caca. La matrona me dijo que iba a explorarme primero y cuando lo hizo me dijo sorprenda, ¡Pero si ya estas pariendo! Y con muy mal genio contesté, ¡Pues claro, para eso he venido, para parir!
Así, en la cama, que me incorporaron hasta quedarme sentada comenzaron los pujos. Vinieron las gines y encendieron los focos, les grité que quitaran esa luz tan molesta, afortunadamente me hicieron caso. Me agarraba a la mano de Víctor y empujaba, y gritaba. Gritaba por el dolor, pero también porque me daba la gana gritar, porque nadie me lo iba a impedir y de esa forma descargaba el enfado, la rabia, la mala leche… No sé si contra las matronas, o las gines, no sé si contra el mundo en general, solo quería gritar y que se oyera, tal vez porque es uno de los momentos en la vida en que tienes licencia para perder los papeles y yo ya estaba harta de ser una niña buena.
Recuerdo que la ginecóloga que había venido a “explicarme” lo de la oxitocina comento que todo había sido tan rápido precisamente gracias a eso, pero a mí me sonó a justificación. A mi modo de ver esta era la prueba de que no necesitaba absolutamente nada, no creo que en 10 minutos la oxitocina hiciera todo el trabajo, probablemente la dilatación no era tan “mala” como ellas suponían, se basaban en lo que vieron en los monitores, pero esas contracciones no tan fuertes estaban siendo muy eficaces.
Empujaba con todas mis fuerzas y mientras empujaba no sentía dolor, era peor mientras descansaba, pues entonces es cuando notaba la tensión de mi cuerpo abierto. Las personas allí presentes me animaban y me decían que lo hacía muy bien, en un momento dado me dijeron que ya se veía la cabeza y me animaron a palparme para poder tocarla. Lo hice, pero no encontré nada, supongo que no tenía la tranquilidad suficiente para seguir explorando. A cambio decidí seguir empujando, quería sacar a mi niña cuanto antes, quería acabar con eso, que me dejaran tranquila, sentía cierta antipatía hacia el personal sanitario.
Sabía que el momento estaba ya muy cerca, notaba la tensión, el ardor y eso significaba que estaba a punto de concluir, supuse que el siguiente pujo sería el último pero no fue así y tal por eso no pude evitar flaquear y decir “no puedo más”, volvieron a animarme, pero yo ya solamente oía la voz de Víctor, era a él al único que quería escuchar.
Pronto sentí salir la cabeza, creo que la oía llorar, “viene con dos vueltas de cordón” - dijeron “córtalo ya”. Me entregaron a la niña inmediatamente y sentí una alegría inmensa, era absolutamente preciosa, la acomodé en mi pecho y enseguida se prendió al pezón.
Pero no todo había terminado, siguieron haciéndome perrerías durante un buen rato, para expulsar la placenta, para coserme (no sé en qué momento me hicieron la episiotomía)… Estuvieron por lo menos una hora más, tenían que coserme por dentro y la ginecóloga no daba con el sitio, por lo que no hacía más que hurgarme. Me molestaba mucho, me hacía daño. La increpé:
- ¿vas a tardar mucho?
- Acabo de ponerte el tubo ¿?
Me dijo que entendía que me sintiera tan molesta, que tratara de relajarme, intentó ser muy amable, pero a estas alturas a mi me resbalaba su amabilidad, quería que me dejaran sola, con mi hija, con mi pareja… Viendo que no conseguía coserme se marcho, y en ese momento sentí cierta compasión por ella, era una mujer joven tratando de hacer su trabajo, supongo que como creía que debía hacerse, como la habían enseñado y yo era la paciente gruñona que no dejaba de protestar y quejarse, poniéndoselo difícil. Al rato volvió con ayuda, para terminar de hacer el trabajo.
Quería disfrutar del momento, pero hasta que no se marcharon definitivamente no conseguí relajarme del todo. Para entonces, tanto a Amanda como a mí nos había entrado sueño y me dio pena no haber saboreado plenamente los primeros momentos en que ambas estábamos más despiertas.
Metí a Amanda dentro de mi camisón para dormir y me sentí feliz de tenerla ahí. Pensé que ese era el lugar donde mejor podía estar hasta que nos fuéramos a casa.
***
Todo el proceso, desde la entrada por urgencias, duró como máximo tres horas y media.
Esta es la historia tal como la viví y como la recuerdo. No sé cómo calificarlo, pues me deja un sabor agridulce.
Probablemente, si hubiera planeado un parto en casa ante el sangrado abundante me hubiesen mandado al hospital, esa es una de las razones para hacerlo, para suponer que el parto es de riesgo.
No obstante, creo que a pesar de eso hay cosas que pueden cambiar, que se pueden hacer mejor. Me da la impresión de que el hospital clínico de Granada está preparado para realizar partos respetados y naturales cuando todo fluye dentro de los parámetros “normales”, pero en cuanto se da la más mínima incidencia se refugian en la rigidez de los protocolos.
No soy médico y no tengo más remedio que aceptar la palabra de quien sabe más que yo en este aspecto, pero me da la impresión que aún dentro de estas “situaciones de riesgo” se pueden ofrecer opciones. Por ejemplo, ¿Por qué no me exploraron antes de ponerme la oxitocina? Tal vez hubieran visto que la dilatación no iba tan mal ¿realmente era necesario ponerla con tanta prisa? ¿No se hubiera podido negociar media hora o una hora mal? O en el caso de la episiotomía, una vez llegados a este punto, donde ya esta claro que el bebe va a nacer por vía vaginal de forma inminente ¿Qué diferencia hay con un parto normal? ¿Acaso que no llevaba plan de parto? ¿o que no dieron tiempo suficiente a mi cuerpo? ¿O tal vez es que realmente mis expectativas condicionaron mi manera de afrontar el parto?
Bueno, ahí lo dejo para la reflexión.
Gracias, Raquel, por ceder y compartir con nosotras algo tan tuyo. Un abrazo.
Nota: Éste no es un blog médico, sino informativo. Contrasta siempre toda la información y consulta a varios especialistas. Puedes desactivar el sonido del blog al final de la columna derecha.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Mi única hija nació por cesárea, supuestamente urgente por supuesto parto estacionado, y con inducción artificial. Sólo Dios sabe lo culpable que me he sentido por ese nacimiento de mi hija. Me he sentido culpable como mujer, no pude parir, no tenía la suficiente información, fui estúpida por dejarles hacer. Con la oxitocina aquello era insoportable, pedí la epidural porque llevaba más de 15 horas con oxitocina para dilatar sólo 3 cm... Fue ponérmela, y yo me mareé, muchísimo, a mi hija casi se le paró el corazón, aunque luego se estabilizó, y un minuto después todo el mundo corriendo, mi pareja se quedó blanco, no le dejaron entrar, y yo solo veía esos focos blancos, muerta de miedo y sola. Cinco minutos y mi niña ya estaba fuera. Me la enseñaron ya limpia, cuando ya hacia 5 minutos que había nacido. Sólo me dejaron darle un beso sin poder cogerla y se la llevaron a su padre. Ese fue mi parto. Me sentí tan cerca pero tan lejos de mi niña. Me robaron mi parto, mi momento, ese momento con su cordón umbilical unido a mi encima de mi pecho, no lo pude vivir. Y nunca me lo perdonaré.
ResponderEliminarSunny, no seas tan dura contigo misma. Has leído el último artículo publicado sobre cesáreas innecesarias? :
ResponderEliminarhttp://porunpartorespetado.blogspot.com.es/2013/03/conoces-el-motivo-de-tu-cesarea.html
A muchas madres nos ha pasado lo mismo que a tí. Duele mucho, lo se, porque soy una de ellas, mi caso es prácticamente igual al tuyo, puedes leer el nacimiento de mi hijo Arian en la categoría 'historias'. Pero conocer la verdad, informarnos, nos da fuerza y ayuda a sanar. Y si mas adelante tienes otro hijo, aunque la pena de ese siempre la lleves contigo, te ayudará a sanar un poquito. Perdónate, porque si bien es cierto que no aceptamos las riendas de nuestro parto o las dejamos en manos de terceros, consciente o inconscientemente, también es cierto que al sistema sanitario se le presupone una formación, ética, y procedimientos beneficiosos... y no se nos avisa precisamente de que para bien parir hay que desconfiar de medio mundo y hacerse un máster en ginecología y obstetricia. Canaliza ese dolor, no dejes que te siga haciendo sangrar... colabora o ayuda para que no siga pasando, tambien es una forma de sanar heridas.
Un abrazo.
Me ha gustado esta historia. Al final consiguió tener el parto que deseaba. Yo soy otra de esas mujeres con cesárea. Justo hoy he descubierto tu blog y me ha parecido super interesante. Lleno de información útil. Donde me siento identificada en otros comentarios y donde sobre todo encontraré muchad respuestas.
ResponderEliminarEl primer post que leí fue el anterior o posterior a este. El de las cesareas innecesarias. Tengo que volver a pasar por alli para contarte mi caso. Para que puedas ayudarme con algunas dudas que tengo.
Gracias de antemano por tener un blog tan magnífico. Un saludo!